Hace ya un par de semanas, que se publico esta noticia en el periódico acerca de la película “The Matrix” en la cual ya se consideran otros aspectos centrales de la temática, tildándola de filosófica.
Espero que esta noticia haya despertado una búsqueda interior, ya que en esta película se encuentran muchas interrogantes existenciales y muchas luces filosóficas.
Espero que esta noticia haya despertado una búsqueda interior, ya que en esta película se encuentran muchas interrogantes existenciales y muchas luces filosóficas.
A 10 años de la revolución que impuso filme “Matrix”
Ganó cuatro premios Óscar, recaudó más de 460 millones de dólares y abrió las puertas al cine del futuro. La simbiosis entre espectáculo audiovisual y filosofía de "The Matrix", todo un fenómeno de la ciencia ficción, cumple hoy 10 años de su estreno.
Desde la cibernética imagen del comienzo, cuyas letras y números en verde sin orden aparente sirvieron luego como icónico fondo de pantalla para miles de ordenadores, hasta su trepidante y romántico desenlace, "The Matrix", a pesar de su estreno en 1999, es puro cine del siglo XXI.
Thomas Anderson (Keanu Reeves), cuyo alias es "Neo", descubre gracias a Morfeo (Laurence Fishburne), considerado el sujeto más peligroso por las autoridades, que el mundo en el que vive es una ilusión generada por ordenador, puesta ante sus ojos "para ocultar la verdad". Esa "verdad" en "The Matrix" es que los seres humanos son esclavos de las máquinas, que se rebelaron en un momento de la Historia. Como se explica en el filme, "existen campos interminables donde los humanos no nacemos. Se nos cultiva".
Mientras tanto, la población vive en una realidad virtual, la misma que distrae las mentes humanas —en una actualización del mito de la caverna de Platón— mientras los cuerpos son empleados como fuente de energía para mantener el funcionamiento de las máquinas.
Y ahí comienza la misión, repleta de símbolos cristianos, para "Neo" —anagrama de "One", el elegido—, que debe liderar la lucha por la libertad de la humanidad desde la ciudad de Sión, con la ayuda de Trinity.
"Imagino que ahora te sientes un poco como Alicia, cayendo por la madriguera del conejo", le espeta en su primer encuentro Morfeo a Neo, la misma sensación que se tiene al ver por primera vez este cóctel de referencias a títulos clásicos.
Desde la cibernética imagen del comienzo, cuyas letras y números en verde sin orden aparente sirvieron luego como icónico fondo de pantalla para miles de ordenadores, hasta su trepidante y romántico desenlace, "The Matrix", a pesar de su estreno en 1999, es puro cine del siglo XXI.
Thomas Anderson (Keanu Reeves), cuyo alias es "Neo", descubre gracias a Morfeo (Laurence Fishburne), considerado el sujeto más peligroso por las autoridades, que el mundo en el que vive es una ilusión generada por ordenador, puesta ante sus ojos "para ocultar la verdad". Esa "verdad" en "The Matrix" es que los seres humanos son esclavos de las máquinas, que se rebelaron en un momento de la Historia. Como se explica en el filme, "existen campos interminables donde los humanos no nacemos. Se nos cultiva".
Mientras tanto, la población vive en una realidad virtual, la misma que distrae las mentes humanas —en una actualización del mito de la caverna de Platón— mientras los cuerpos son empleados como fuente de energía para mantener el funcionamiento de las máquinas.
Y ahí comienza la misión, repleta de símbolos cristianos, para "Neo" —anagrama de "One", el elegido—, que debe liderar la lucha por la libertad de la humanidad desde la ciudad de Sión, con la ayuda de Trinity.
"Imagino que ahora te sientes un poco como Alicia, cayendo por la madriguera del conejo", le espeta en su primer encuentro Morfeo a Neo, la misma sensación que se tiene al ver por primera vez este cóctel de referencias a títulos clásicos.
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