Siempre he tenido mis serias opiniones con respecto del “rezar”. Y he dicho:
“No se reza con palabras, ni con las manos.”
D.B.B.
De ser así, qué verdadera tristeza seria para aquellos que no pueden hablar y otros que ni siquiera manos tienen para poder “rezar”.
Me quede más tranquilo cuando leí a Meyrinck en su libro de “El dominico blanco”:
“Quien reza con palabras, pide limosna”
Gustav Meyrinck
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